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Martes 7 de mayo


La leyenda de la fundación de Roma

        

                  Tras la batalla que destruyó Troya hasta los cimientos, Eneas logró huir de la ciudad gracias a la intervención de la diosa Afrodita. En su huida llegó hasta la zona de África septentrional, donde se acababa de fundar la ciudad de Cartago, siendo gobernada por la reina Dido, que se enamoró de Eneas. Sin embargo, los dioses tenían otro destino para él, así que enviaron un mensajero para decirle que debía partir. Así, Eneas partió hacia la costa italiana.

                 Una vez en tierras italianas, llegó hasta la ciudad de Lacio. El rey Latino, quien gobernaba en aquellas tierras, le hospedó en su propia casa. Allí conoció a la hija del rey, Lavinia, con quien contraería matrimonio poco después. Juntos tuvieron un hijo al que llamaron Ascanio. Éste, cuando ya era un adulto, fundó la ciudad de Alba Longa, la nueva capital del reino latino. Tras varias generaciones de reyes, nacieron Numitor y Amulio. Ambos optaban al trono pero Amulio decidió apartar a su hermano. También se deshizo de la hija de éste, Rea Silvia, obligándola a ingresar como sacerdotisa vestal, que adoraban a la diosa Vesta, de manera que se mantuviera virgen y no tuviese nunca hijos que le reclamasen el trono. Pero un día, Rea Silvia fue a pasear junto al río y se quedó dormida en la orilla. Casualmente pasó por allí el dios Marte y se enamoró de ella. De ese amor nacieron dos hijos.
 
                  Amulio mandó matar a los niños. Por ello, Rea Silvia decidió meterles en una cesta y lanzarlos al río Tíber. La cesta quedó varada en la desembocadura del río. Allí les encontró una loba llamada Luperca ( o loba capitolina) que les amamantó en su guarida del monte Palatino hasta que un pastor les encontró. Éste decidió cuidarles como si fueran sus propios hijos y los llamó Rómulo y Remo.

                Cuando crecieron y supieron su origen, decidieron destronar al usurpador, Amulio, y le devolvieron el trono a su abuelo, Numitor. Ambos se propusieron fundar una ciudad en la zona donde habían sido criados por la loba. Sin embargo, no se ponían de acuerdo en la localización exacta, por lo que decidieron preguntarle a los dioses. Rómulo fue al monte Palatino y Remo al monte Avenino, dos de las siete colinas que había en el lugar. Remo vio seis buitres pero Rómulo vio doce, por lo que él decidió el lugar donde se asentaría la ciudad.
                 Rómulo trazó en el suelo el dibujo de dónde irían las murallas y las puertas de la ciudad, y afirmó que mataría a quien las traspasase. Remo no creyó que la amenaza fuera real o que a él no le iba a afectar, así que se atrevió a atravesar uno de los trazos realizados por Rómulo. Éste cumplió su promesa y mató a su propio hermano. En su honor, decidió llamar a la ciudad Roma. Así, Roma quedaría fundada en el año 754 antes de Cristo.



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