Los siete hermanos que se criaron con 20.000 libros
“Todas las personas mayores fueron primero niños, aunque pocas de ellas lo recuerdan”, proclama la primera página de El Principito. Los siete hermanos Martinón Torres, nacido en Ourense entre 1971 y 1982, son de esas pocas “personas mayores” que evocan su niñez vívidamente. Y su memoria señala hacia un mismo lugar mágico: la biblioteca de sus padres.
“Los siete hermanos crecimos con la naturalidad de que la biblioteca fuera la mayor habitación de la casa. Allí había unos 20.000 libros, con dos o tres capas de volúmenes en cada estante”, rememora Marcos Martinón Torres, de 38 años y catedrático de Arqueología en el University College de Londres. De niño, vivía aventuras épicas sin alejarse de los anaqueles. Hoy, su vida transcurre entre los guerreros de terracota de Xian, en China, y las estatuas de oro precolombinas de los alrededores de Bogotá, en Colombia.
Aquella biblioteca de un piso de Ourense repleta de epopeyas de papel se convirtió en una fábrica de cerebros dedicados a la ciencia. Marcos, el arqueólogo, es el quinto hermano, nacido en 1977. María, de 1974, es investigadora en los yacimientos de Atapuerca(Burgos) y una de las principales expertas en evolución humana del mundo. Federico, el hermano mayor, de 1971, es uno de los pediatras más citados de España y una referencia en vacunación infantil en Europa. Y, así, suma y sigue toda la familia.
“En mi casa había veneración por los libros, como fuente de entretenimiento, de conocimiento, de consuelo”, recuerda María Martinón Torres, cuyos estudios de fósiles asiáticos están reescribiendo la prehistoria del ser humano. María creció fascinada por las aventuras de Sherlock Holmes y los libros de Julio Verne.
Marcos, María, Mateo, Nazareth, Federico (padre), Georgina (madre), Georgina, Federico y Lucas, en la actualidad.
“Nuestros padres no nos decían que fuéramos los mejores médicos, sino que diéramos la mejor versión de nosotros mismos en lo que nos gustara. Todo el mundo es potencialmente bueno en algo y el quid es encontrar en qué”, explica María. El lema familiar recuerda a otra de las frases míticas de El Principito: “Se debe pedir a cada cual lo que está a su alcance realizar”.
El padre de los siete hermanos es Federico Martinón Sánchez, bibliófilo y jefe del departamento de Pediatría del Hospital de Ourense hasta su reciente jubilación. La madre es Georgina Torres, melómana y enfermera hasta que lo dejó para criar a sus hijos. “Nuestros padres nunca nos dijeron lo que teníamos que hacer. Nos dieron los medios para tener curiosidad intelectual. Yo quise ser arqueólogo desde muy pequeño, porque estaba expuesto al arte y a la historia sin salir de casa. Ni siquiera pasé por la fase de querer ser futbolista”, explica Marcos.
El hermano mayor, Federico, sí siguió los pasos de su padre. El joven Federico Martinón Torres, sin embargo, se licenció con el Premio Nacional al mejor expediente académico. Hoy lidera el Grupo de Investigación en Genética, Vacunas, Infecciones y Pediatría (GENVIP) en Santiago de Compostela.
Como Federico, la pequeña de los siete hermanos, Nazareth, de 33 años, también es pediatra. Acaba de recibir el Premio extraordinario de la Universidad de Salamanca por su tesis sobre la meningitis.
“La biblioteca de mis padres era un sitio cálido, lleno de libros, donde todos los hermanos queríamos estar, aunque fuera para leer un cuento”, recuerda el pediatra Federico, el mayor. “Entre los más de 20.000 volúmenes de su biblioteca se encontraban incunables, obras médicas y primeras ediciones de grandes clásicos. Letras y ciencias entreveradas en pilas de libros que llegaban hasta el techo”.
La segunda hermana Martinón Torres, Georgina, es geriatra en el Hospital General Universitario de Ciudad Real y miembro de la red Con ojos de geriatra. Mateo, es informático y trabaja como gestor en una empresa de alimentación en Santiago de Compostela. Y Lucas, de 1980, ha salido el hermano más de letras. Es periodista: director general de comunicación de la Xunta de Galicia. Con 27 años, la prensa local ya lo comparó con Jon Favreau, el joven que escribía los discursos de Barack Obama.
“Desde niños hemos visto a nuestros padres leer y estudiar más allá de su jornada laboral. Nos dieron el ejemplo a seguir, la inspiración y los medios necesarios: los libros”
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