1.000 millones de metros de cable submarino son
los responsables de que tengas Internet en casa
Los cables están muy presentes en nuestras comunicaciones, son demasiado necesarios. ¿Dónde están? Pues la mayoría nos ayudan a transportar datos entre continentes, surcando el fondo marino. Las llamadas internacionales, mensajes que mandamos, y transmisiones que se realizan en Internet, corren por esos cables submarinos que tenemos poco presentes, ya que no están a la vista. El 99% de las comunicaciones transoceánicas se realizan por ahí, consiguiendo una velocidad hasta ocho veces superior a la que se espera con la red de satélites. Según los últimos datos que se manejan, debería haber más de un millón de kilómetros de cables submarinos dando vueltas al planeta.
Por moderna que nos parezca la
comunicación vía satélite, los cables submarinos empezaron a ganarle el partido
con la aparición de la fibra óptica. Las nuevas tecnologías de cableado
permitían transmitir grandes cantidades de datos hasta 60 terabites por
segundo.
También debemos de tener en
cuenta el recorrido total a realizar por parte de los datos. La circunferencia
mide alrededor de 40.000 kilómetros, y la distancia entre dos puntos que
necesitan estar bien comunicados como Japón y Estados Unidos es de unos 9.000
kilómetros. Cubrir ese tramo con cable de fibra resulta siempre un recorrido
más corto que la distancia hasta un satélite, que suele estar por encima de los
36.000 kilómetros (la información tiene que subir y bajar, es el doble de
recorrido).
Otro aspecto en el que el cable se muestra como una solución más interesante tiene que ver con con la resistencia ante inclemencias meteorológicas. Al satélite le puede molestar un tifón, incluso la lluvia, mientras que el cable descansa “tranquilo” en el fondo marino, y se posiciona como una infraestructura más fiable y rápida.
Nos tenemos que remontar a 1866
para conocer al primer cable transatlántico. El proceso de colocar los cables
no ha cambiado demasiado en estos 150 años, barcos que atraviesan el mar
lentamente desenrollando el cableado hasta que descanse en el fondo. Obviamente
los cables ahora son más delgados y manejables, y existe tecnología para poder
hacerlo todo con mayores garantías, incluso se puede jugar con enterrar los
cables si la profundidad es inferior a 1000 metros. En las zonas con poca profundidad
deben tener cuidado con el contacto con barcos, también con el ecosistema que
allí vive: lugares donde descansan los peces, arrecifes de coral, etc.
Las complicaciones llegaron con
la profundidad. En el fondo marino nos encontramos con lo mismo que en la
superficie: montañas y profundidades, en definitiva, zonas complicadas, en
condiciones muy diferentes de trabajo. Por esto debe haber una exploración
previa para decidir la ruta, utilizando tecnologías muy sofisticadas. Desplegar
un cable de Japón a Estados Unidos toma varios meses, si tenemos en cuenta todo
el proceso de exploración nos vamos por encima de los dos años.
Podemos pensar que esos cables
son increíblemente gruesos, pero no, tienen más o menos el tamaño de un
brazo humano. No hace falta mucho más espacio para proponer una
protección para los cables de fibra óptica, como podemos ver en la imagen.
No hay comentarios:
Publicar un comentario