La vida de Mary
Wollstonecraft parecía destinada a ser la típica de una mujer del siglo XVIII.
Nacida en una familia de clase media de Spitalfields (Inglaterra) el 27 de
abril de 1759, su personalidad se vio a menudo sacudida por los vaivenes
económicos, los continuos traslados y las esporádicas agresiones de su
progenitor a su madre, a la que Mary trataba a menudo de defender, pues ya de
pequeña se antojaba como una mujer de fuerte carácter.
En 1792 Mary
publica la que será su obra maestra: Vindicación de los derechos de la
mujer, un ensayo que se convertiría en una de las primeras obras
feministas de la historia (si bien ese término no se haría popular hasta un
siglo después).
En su escrito, Mary Wollstonecraft defiende el derecho y la
importancia que tiene el que las mujeres puedan ser educadas como los hombres, sosteniendo que tanto unos como otros son seres
humanos y, por tanto, sujetos a los mismos derechos y responsabilidades. No
dice que hombres y mujeres sean iguales, o que las mujeres deban tener un papel
superior a los hombres. Sostiene que ambos son iguales “a los ojos de Dios” y,
por tanto, han de tener las mismas reglas morales y las mismas oportunidades.
De hecho, ante la incultura mayoritaria de las mujeres de su siglo, apelará a
los mismos hombres a que sean el motor del cambio social que es necesario
llevar a cabo: “Les ruego que ayuden a sus compañeras a ser independientes,
para que ellas sean su mayor apoyo”.
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