Viernes 17 de mayo

El mito de Medusa y Perseo 




  Medusa era una bellísima sacerdotisa del templo de Atenea. Tenía unos hermosos cabellos que la dotaban de una belleza sin igual. Muchos eran los pretendientes y enamorados de Medusa.
   Poseidón, dios del mar, quedó prendido de la belleza de la sacerdotisa. Enamorado de ella, elaboró un plan para reunirse con su amada. Poseidón se transformó en ave para entrar en el templo de Atenea. La diosa Atenea se sintió muy ofendida, ya que, no le gustó que su templo fuese usado para otros fines distintos a los que tenía destinados. Desató su enfado contra Medusa y como castigo, transformó sus hermosos cabellos en serpientes y otorgó un don fatal a los ojos de la sacerdotisa: el poder de transformar en piedra a todos cuantos mirarse.
    La joven sacerdotisa se convirtió en un terrible monstruo con serpientes en el cabello y causando con su mirada la transformación de todo aquel que miraba. Los dioses completaron con horror el mal que estaba provocando Medusa y quisieron acabar con ella, para dar por finalizados los males.
    Polidectes, el rey de Sérifos, decidió enviar a Perseo, hijo del Dios Zeus y la mortal Dánae, para que matara a Medusa. Para que Perseo lograra su objetivo, los dioses le otorgaron útiles regalos: Hermes, le dio unas sandalias aladas y una capa de invisibilidad. Hades, dios de los muertos, una espada, un casco y un escudo. Atenea le ofreció su espejo. Con el escudo y el espejo, Perseo podría ver los objetos sin poder ser visto. Así podría ver a Medusa sin ser visto por ella y ser convertido en piedra.
    Así fue como Perseo llegó hasta la sacerdotisa sin que esta se percatase de su presencia, conducido por Atenea cortó la cabeza de Medusa. Esta cabeza se convirtió en un trofeo para Perseo, la llevaba a todas partes y la empleaba para convertir en piedra a todos sus enemigos.
    

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