Moai - Isla de Pascua
La tradición oral cuenta que el arte de
esculpir estatuas de piedra ya era conocido por los primeros pobladores
polinesios que llegaron tras la expedición, del rey Hotu Matu’a y los siete
exploradores, que partió desde la tierra de Hiva (entre el 400 y el 800 d.C.).
Existe un manuscrito llamado Pua A Rahoa, que narra el olvido de dichos
pobladores polinesios de un moai de nombre Oto Uta en las playas de Hiva, al
que fueron a buscar para traerlo a la isla.
La arquitectura monumental de Rapa Nui es el producto de un modelo ampliamente difundido en la Polinesia, en particular, en las islas Marquesas, Tahiti y Raivava’e, donde se encuentran estructuras pétreas y esculturas que parecen ser los prototipos de los ahu y los moais rapanui.
La arquitectura monumental de Rapa Nui es el producto de un modelo ampliamente difundido en la Polinesia, en particular, en las islas Marquesas, Tahiti y Raivava’e, donde se encuentran estructuras pétreas y esculturas que parecen ser los prototipos de los ahu y los moais rapanui.
El nombre completo
de las estatuas en su idioma local es Moai Aringa Ora, que significa “rostro
vivo de los ancestros”. Estos gigantes de piedra fueron hechos por los Rapa Nui
para representar a sus ancestros, gobernantes o antepasados importantes, que
después de muertos tenían la capacidad de extender su “mana” o poder espiritual
sobre la tribu, para protegerla.
Los reyes poseían este poder de manera innata; otros podían adquirirlo en el transcurso de sus vidas, pero para ello tenía que realizar una serie de hazañas extraordinarias, y estaban obligados a demostrarlo constantemente para no perderlo.
Los clanes más prósperos ordenaban construir un moai como una manera de honrar al hombre difunto con mana. Después de varios meses de duro trabajo, el moai recorría su camino hasta llegar al ahu o altar de piedra preparado para recibirlo. Finalmente era erigido acompañado de grandes celebraciones.
Los reyes poseían este poder de manera innata; otros podían adquirirlo en el transcurso de sus vidas, pero para ello tenía que realizar una serie de hazañas extraordinarias, y estaban obligados a demostrarlo constantemente para no perderlo.
Los clanes más prósperos ordenaban construir un moai como una manera de honrar al hombre difunto con mana. Después de varios meses de duro trabajo, el moai recorría su camino hasta llegar al ahu o altar de piedra preparado para recibirlo. Finalmente era erigido acompañado de grandes celebraciones.
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