El grafeno quiere salir del
laboratorio
En 1859, cuando Edwin Drake perforó el primer pozo de
petróleo en Pensilvania (EE UU), es probable que no pudiese imaginar el mundo
que se construiría sobre aquel líquido viscoso. Hasta 1888 no se
comercializaron los primeros automóviles de gasolina y hasta 1909 no se
desarrolló la tecnología que dio comienzo a la era del plástico. Aquella
materia prima interesó desde el principio, pero la tecnología transformó su
significado para el mundo.
Hace una década, en un laboratorio
de la Universidad de Manchester (Reino Unido), dos hombres nacidos en la Unión
Soviética realizaron un descubrimiento cuyo alcance también acabaría por sorprender a sus autores. Andréy
Geim, director del laboratorio de nanotecnología de la Universidad, le propuso
a su pupilo Konstanin Novoselov que investigase
los residuos del trabajo de otros investigadores. Estos, para estudiar el
grafito, limpiaban sus capas superficiales pegando cinta adhesiva y tiraban
como depilándolo de imperfecciones. Novoselov observó que lo que quedaba pegado
eran capas de grafeno, un material de
un solo átomo de grosor con unas propiedades que desde entonces no han parado
de dar sorpresas. Gracias a este descubrimiento obtuvieron el Premio Nobel de Física en 2010.
Los expertos consideran que su utilidad es
prácticamente ilimitada y que las barreras a su aplicación únicamente son las
de la imaginación humana. El grafeno es, además, el material más fuerte que
existe.
Calificado como el 'material de Dios' el grafeno está considerado el
material del futuro y se aplica en múltiples campos de la vida cotidiana: ordenadores,
coches, teléfonos móviles, equipos de música... Por sus propiedades, puede
servir, además, como material en la
fabricación de aviones o satélites espaciales, haciéndolos más seguros. También
en la construcción de edificios, pues los convertiría en más resistentes.
Según algunos expertos las pantallas táctiles de grafeno verán la luz en un plazo de tres a cinco años. Los dispositivos electrónicos no serán rígidos como hasta ahora sino elásticos. Se podrán doblar, plegar y cambiarles la forma. Sin duda supondrá una ruptura en portabilidad y estética. Es difícil imaginar todas las posibilidades que puede aportar a la industria del entretenimiento.
Además de permitir baterías más ligeras y con más capacidad, sería posible cargarlas
en minutos en lugar de las horas que se necesitan ahora. Esa cualidad no solo
liberaría a los usuarios de los teléfonos inteligentes de la amenaza de la
batería baja, también podría tener un gran impacto en el desarrollo de los
coches eléctricos y con ellos, de las energías renovables. Estos automóviles
podrían incorporar baterías muy finas distribuidas por toda la estructura del
automóvil, evitando ocupar la gran cantidad de espacio que requiere las
actuales.
Superordenadores ecológicos
Hasta ahora, los circuitos que se encuentran en los
ordenadores o los móviles se imprimen sobre silicio, el material sobre el que se construyó la revolución
informática. Permitiendo el paso o no de electricidad a través de esos
circuitos, es posible codificar en sistema binario la información con la que
buscamos ofertas en Internet o enviamos mensajes de texto. El sistema permite
aplicaciones fantásticas, pero, como hacen patentes los ordenadores cuando se
calientan y sus ventiladores silban, requiere un consumo de energía importante.
En el grafeno, los electrones se mueven con mucha más
libertad, 200 veces más rápido que sobre el silicio, consumiendo mucha menos
energía y produciendo menos calor.
Como sucedió en el caso del petróleo y con otros
avances científicos, es posible que la tecnología realmente transformadora
llegue cuando el grafeno se encuentre con un saber que aún no se ha alcanzado.
17 de febrero. Departamento de Física y Química.
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