viernes 1 de marzo. Monumentos del mundo: La Torre Eiffel( II)

Curiosidades de la Torre Eiffel (II)


RESPUESTA DE GUSTAVE EIFFEL
Como respuesta a la carta que un grupo de artistas escribieron para protestar contra la construcción de la “horrible” Torre Eiffel en París, su autor escribe una carta explicando sus razones.
Le Monde 1887
¿Cuáles son los motivos que aducen los artistas para protestar contra la erección de la torre? ¡Que es inútil y monstruosa! Hablaremos de la inutilidad enseguida. Nos ocuparemos de momento del mérito estético sobre el que los artistas son en particular más competentes. Me gustaría saber sobre qué fundamentan su juicio. Pues, dense cuenta, señores, que esta torre nadie la ha visto y nadie podrá decir lo que será antes de que esté construida. Solamente se la conoce hasta ahora por un simple dibujo geométrico; pero, aunque se hayan publicado cien ejemplares, ¿acaso se aprecia con competencia el efecto general artístico de un monumento basándose en un simple dibujo, cuando ese monumento se sale de las dimensiones que conocemos hoy en día?
Y cuando la torre haya sido construida y sea mirada como algo bello e interesante, ¿los artistas no lamentarán el haber tomado partido tan rápido y tan a la ligera haciendo esta campaña? Que esperen a haberla visto para hacerse una idea precisa y poder juzgarla. Les diría todo lo que pienso y todas mis esperanzas. Creo, a mi vez, que la torre tendrá su belleza propia. ¿Porque nosotros somos ingenieros, creen ustedes que la belleza no nos preocupa en nuestras construcciones y que incluso al mismo tiempo que hacemos algo sólido y perdurable no nos esforzamos por hacerlo elegante? ¿Es que las auténticas condiciones de la fuerza no son siempre compatibles con las condiciones secretas de la armonía? El primer principio de la estética arquitectónica es que las líneas esenciales de un monumento estén determinadas por la perfecta adecuación a su destino. Ahora bien, ¿cuál es la condición que yo he tenido en cuenta en lo relativo a la torre? La resistencia al viento.[…] La torre será el edificio más alto que jamás hayan elevado los hombres. ¿No será pues grandioso también a su manera? ¿Y por qué lo que es admirable en Egipto se convertiría odioso y ridículo en París? Por mucho que lo intento, confieso que no lo entiendo […]
Queda la cuestión de la utilidad. Aquí, puesto que abandonamos el dominio artístico, me estará permitido oponer la opinión de los artistas a la del público. No creo en absoluto dar muestras de vanidad diciendo que proyecto alguno jamás ha sido tan popular; tengo a diario la prueba de que no hay en París nadie, por humilde que sea, que no la conozca y se interese por ella. Incluso en el extranjero, cuando debo viajar, estoy asombrado de la repercusión que ha tenido. En cuanto a los sabios, los verdaderos jueces de la cuestión de la utilidad, puedo decir que son unánimes. No solamente la torre promete interesantes observaciones para la astronomía, la meteorología y la física, no solamente permitirá en tiempos de guerra tener a París constantemente comunicado con el resto de Francia, sino que al mismo tiempo será la prueba deslumbradora de los progresos realizados en este siglo por el arte de los ingenieros. Es solamente en nuestra época, en estos últimos años, cuando se podían realizar los cálculos con la suficiente seguridad y trabajar el hierro con bastante precisión para soñar en tan gigantesca empresa.

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