LAS ESPECIAS
Gran
parte de la historia del mundo moderno es la historia de las especias, y la
historia se inicia con un tipo de viña poco atractivo que en su día crecía
únicamente en la costa este de la India: la pimienta negra.
La
pimienta negra es el origen de las tres auténticas pimientas: blanca, la negra
y la verde. La diferencia entre las variedades está en función del momento en
que se recogen y el procesado que sufren.
La pimienta
había sido valorada en su territorio de origen desde tiempos inmemoriables,
pero fueron los romanos los que la convirtieron en un producto internacional.
Los romanos adoraban la pimienta. La echaban incluso a sus postres. Los
comerciantes de especias del Lejano Oriente no podían creerse la suerte que
habían tenido “Llegan con oro y se
marchan con especias”, comentó maravillado un mercader tamil.
Para
su banquete de bodas, que tuvo lugar en duque Carlos de Borgoña solicitó 172
kilos de pimienta negra (una cantidad que supera con creces la que podría
emplearse en el mayor banquete de bodas) y los exhibió de manera llamativa para
que todo el mundo comprobase lo fabulosamente rico que era.
Dicho
sea de paso, la idea que durante tanto tiempo ha prevalecido de que la especias
se utilizaban para camuflar los alimentos en mal estado no ha sido muy
analizada. Los únicos que podían permitirse la mayoría de las especias eran
justo aquellos con menor probabilidad de consumir carne en mal estado y, de
todas maneras, las especias eran demasiados caras como para desperdiciarlas
para camuflar otros sabores. En consecuencia, cuando se utilizaban especias, se
hacía con cuidado y con frugalidad, y nunca a modo de sabroso camuflaje.
En
volumen, la pimienta equivalía a un 70 % del comercio de las especias, pero
pronto otras mercancías de tierras lejanas empezaron a abrirse paso en Europa y
acabaron siendo incluso más valiosas. Durante siglos, las especias no fueron
solo el manjar más apreciado del mundo, sino también la mercancía más valiosa
que existía. Las islas de las especias, escondidas en el Lejano Oriente, eran
tan deseables, prestigiosas y exóticas que cuando Jacobo I se hizo con dos
pequeños islotes, fue un golpe tan importante que se puso como título “rey de
Inglaterra, Escocia, Irlanda, Francia, Puloway y Puloroon”.
Lectura extraída del libro "En Casa. Una breve historia de la vida privada" de Bill Bryson (septiembre 2011),
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