EL
ESCORBUTO
Se ha sugerido que, solo de escorbuto, murieron entre
1500 y 1850 hasta dos millones de marineros. Normalmente, en una travesía
larga, acababa con la vida de la mitad de la tripulación. Se probaron diversos
y desesperados recursos. Vasco de Gama, en una expedición de ida y vuelta a la
India, animó a sus hombres a aclarase la boca con orina, una solución que no
hizo mejorar el escorbuto y mucho menos para levantar los ánimos.
Con el tiempo la gente se dio cuenta de que los marineros
con escorbuto solían recuperarse al llegar a puerto y comer alimentos frescos,
pero nadie se ponía de acuerdo sobre qué cosa de esos alimentos era lo que los
ayudaba. Había quien pensaba que no tenía nada que ver con la comida, sino con
el cambio de aires.
En la década de 1760, un médico escocés llamado William
Stark, llevó a cabo una serie de intrépidos experimentos. Pasó semanas viviendo
tan solo de los alimentos más básicos –pan y agua, principalmente- para ver qué
ocurría, Y lo que ocurrió fue que en cuestión de seis meses acabó matándose, de
escorbuto, sin haber llegado ninguna conclusión útil.
Más o menos, hacia la misma época, James Lind, un
cirujano naval, llevó a cabo un
experimento más rigurosos y científico con doce marineros que padecían ya el
escorbuto y a los que dividió por parejas. A cada pareja le administró un
presunto elixir diferente: vinagre una, ajo y mostaza a otra, naranjas y
limones a una tercera, y así sucesivamente. Cinco de los grupos no mostraron
ninguna mejoría, pero la pareja que consumió naranjas y limones se recuperó de
manera rápida y completa. Sorprendentemente, Lind decidió ignorar la
importancia del resultado.
Quedó en manos del gran capitán Cook encauzar las cosas. Para
la vuelta al mundo que realizó entre 1568 y 1771, cargó con diversos
antiescorbúticos para experimentar con ellos, incluyendo 135 litros de
mermelada de manzana y 45 kilos de chucrut para cada miembro de la tripulación.
NI una sola persona murió de escorbuto durante el viaje, un milagro que lo
convirtió en el héroe nacional tanto como su descubrimiento de Australia. Pero,
por desgracia, la Armada Británica tardó una generación más antes de empezar
finalmente a administrar zumo de limón de un modo rutinario a todos los
marineros.
La comprensión de que una dieta inadecuada era la causa
no sólo del escorbuto, sino de un amplio abanico de enfermedades comunes, llegó
de manera muy lenta.
Lectura extraída del libro "En Casa. Una breve historia de la vida privada" de Bill Bryson (septiembre 2011),
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