Julio Verne, el hombre que
imaginó el siglo XX dentro del siglo XIX.
Julio Verne (1828-1905) fue un escritor francés,
que se inspiró en revistas científicas y en su gran biblioteca, más que en
viajes y vivencias personales, para escribir sus casi 100 obras publicadas. Es de
los autores más traducidos del mundo y el primero que convierte al científico
en un héroe en la mayoría de sus libros.
Estas son algunas de las innovaciones que Verne
imaginó y que otros científicos acabaron inventando años después.
Internet, la red de comunicaciones
En la novela París en el siglo XX (1863), Verne
habla de una red internacional de comunicaciones, la describe como algo
parecido a un telégrafo mundial, que conectaría a distintas regiones para
compartir información. El libro cuenta la historia de un joven que vive en una
ciudad con rascacielos de vidrio, trenes de alta velocidad y coches de gas, una
idea nada descabellada para lo que sería el siglo XX.
El primer submarino eléctrico
Fotografiar el fondo del mar
También
en Veinte
mil leguas de viaje submarino, el capitán Nemo toma una fotografía
del fondo marino desde el Nautilus. Faltaban más de 20 años para que esto fuese
posible. Y sucedió en 1899 gracias a Louis Boutan, pionero de la fotografía
subacuática, obtuvo las primeras instantáneas realizadas a más de 50 metros de
profundidad
Primera fotografía subacuática, de 1899
Volar en lugar de flotar (y el
primer reloj de pulsera)
A pesar de haber escrito todo un tratado sobre los
globos aerostáticos en Cinco semanas en globo (1863), Verne era partidario, para
que el hombre conquistase el cielo, de crear grandes máquinas que pesasen más
que el aire. Hasta su época, el hombre ya utilizaba globos, pero la influencia del autor en científicos como
Santos Dumont hizo que se diese un paso adelante en la creación de aviones.
Dumont, inspirado en Verne, fue el primer hombre en volar, en 1906, con un
artilugio con motor diseñado por él mismo. Ante la imposibilidad de pilotar el avión y al mismo tiempo
mirar el reloj de bolsillo, Cartier
creó para él el primer reloj de pulsera.
El paseo de Armstrong por la Luna
Con la verosimilitud de los hechos que Julio Verne
contaba en De la Tierra a la Luna (1865) y en Alrededor de la
Luna (1870) los lectores pudieron soñar con la posibilidad de
llegar a alcanzar el satélite. Las dos obras fueron escritas alrededor de 100
años antes de que el Apolo 11 llegara a la Luna en 1969, cuando Neil Armstrong se convirtió en el primer hombre en
pisar el satélite. En los libros de
Verne hay coincidencias como el lugar de partida —el cabo Cañaveral— y de
aterrizaje —en el océano Pacífico— y algunas mediciones como el grosor de las paredes de aluminio de 20 centímetros y
las del Apolo 11 tenían 30.
La conquista de los polos
En Las aventuras del capitán Hatteras
(1866), una expedición se embarca hacia la conquista del Polo Norte. Faltaban aún 40 años para que Robert Peary
llevase a cabo finalmente esta hazaña, en 1909. Algo parecido sucedió con el
Polo Sur: en La esfinge de los hielos (1897), los protagonistas llegan en
barco hasta la misma Antártida. Pero no sería hasta 1909 que Ernest Shackleton lograse alcanzar el punto más al
sur del planeta, donde nadie había llegado nunca
antes.
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